Tierra Suculenta: Lo que comenzó como una terapia de relajación ahora es un negocio que provee a varias familias.
Empezar de nuevo, por nuestra hija que viene en camino
Omaira Polania es de Caracas, Venezuela, donde fue estudiante de ingeniería civil. Como muchos otros venezolanos en su país, se encontró en una situación desesperada que la obligó a abandonar el país. Ella estaba embarazada. Omaira y su esposo estaban preocupados por la economía de Venezuela y qué tipo de futuro podrían darle a su hija. Los hospitales no tenían suministros. La leche en polvo y los pañales escaseaban. La educación de calidad para un niño era solo un sueño. En 2015, Omaira y su esposo decidieron partir hacia Ecuador.
El comienzo en este nuevo país fue difícil. Intentaron iniciar negocios, incluido un pequeño restaurante. Pero no funcionó, no fue rentable. Omaira trató de validar sus expedientes escolares, pero no pudo porque era demasiado caro. El costo fue de dos mil dólares, lo que lo hizo imposible. Dice que en algún momento se sintió tan desesperada que lo único que se le ocurrió fue salir a la calle a vender cualquier cosa.
“La situación empeoró y pensé en volver, pero ni siquiera tenía el dinero para hacerlo”.
Suculen-terapia
Omaira experimentó una parálisis parcial en la espalda por el estrés, la preocupación y el nerviosismo. Sumado a la crisis de la pandemia de COVID-19 en 2020, que afectó duro a la economía ecuatoriana, su condición física hizo insoportable la situación.
“Fue un momento muy difícil, porque estaba deprimida”.
Un terapeuta le dijo que buscara un pasatiempo, algo que la hiciera sentir mejor. Recordó que desde niña le han gustado las plantas. Su madre le enseñó a cuidarlos desde pequeña. Entonces, decidió comenzar a plantar y cuidar suculentas y cactus. A medida que crecían, ella quería ayudar a otros en una situación similar, por lo que comenzó a obsequiarles y educar a las personas sobre su cuidado.
“Era algo así como una terapia… una suculen-terapia”.
Ese mismo año, en 2020, se le ocurrió la idea de empezar a vender y ofrecer sus plantas como souvenirs y regalos. ¡Voila! Inició su nuevo negocio, “Tierra Suculenta”.
Emprendedora una vez más, pero esta vez con apoyo
Omaira estaba consciente de que, para iniciar un negocio real, que no fracasara como sus intentos anteriores, tenía que aprender más sobre administración de empresas. Buscando ideas y talleres de emprendimiento en Quito en Facebook, se encontró con un anuncio que ofrecía cursos gratuitos. Después de cinco años en Ecuador, nunca había visto un anuncio que ofreciera oportunidades para los venezolanos, y mucho menos gratis.
Omaira se inscribió en los cursos de emprendimiento ofrecidos a través del Proyecto de Inclusión Económica financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) e implementado por el Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito (WOCCU). Tres meses después de aprender a crear un plan de negocios, usar el modelo de negocios de canvas, tomar decisiones financieras, desarrollar estrategias y hacer marketing digital, se enteró de la posibilidad de acceder a capital semilla. Su primera impresión fue que se trataba de un préstamo financiero con intereses. Sin embargo, luego supo que se trataba de un concurso en el que se seleccionarían los mejores planes de negocios para recibir capital semilla.
Participó y ganó el capital semilla. Con él compró nuevas plantas, semillas y una impresora de alta gama para las etiquetas y decoraciones. Antes de eso, dependía de una empresa local para la impresión y estaba limitada por su horario de atención. Con sus nuevas compras pudo reducir costos y planificar mejor su producción. También pudo mejorar sus ofertas y brindar un mejor servicio a sus clientes. Omaira también recibió apoyo para abrir una cuenta bancaria y comenzar a usar una tarjeta de débito para realizar pagos.
“No tener una cuenta bancaria te quita la dignidad. Te deja desprovista en una economía que se mueve en un entorno digital”.
Un sentido de comunidad
Además de la capacitación y el apoyo brindado, el programa le dio a Omaira y otros emprendedores la oportunidad de crear una comunidad entre ellos. Continúan apoyándose unos a otros, comparando notas sobre sus ventas y cómo se sienten acerca de la economía. Se ayudan mutuamente con el papeleo, se dan apoyo moral y se animan a seguir adelante. Los empresarios comparten información para conocer cuáles son las amenazas y riesgos que pueden afectar sus negocios.
“Si logro realizar un trámite administrativo con un organismo gubernamental o una institución financiera, inmediatamente corro a avisar a los demás para que ellos también lo hagan”.
Construyendo identidad de marca
En el camino descubrió que la personalización de sus productos es su estrategia de diferenciación, su ventaja competitiva. Vende suculentas y cactus personalizados para ocasiones especiales: baby showers, bodas, bautizos y todo tipo de eventos. Según la ocasión, Omaira decora las plantas con envoltorios de colores y elige el embalaje adecuado.
"Es un regalo pequeño y económico, por lo que la gente pide doscientos pequeños arreglos para un evento".
Efecto multiplicador, contribuyendo a la economía local de Ecuador
Omaira emplea a dos personas a tiempo completo en su negocio. El año pasado fue el primero que pudo darles un aguinaldo, llenando a Omaira de gran satisfacción. Cuando comenzó el emprendimiento, durante la pandemia, Omaira comenzó a vender seis plantas a la semana. En el momento de la entrevista, a principios de 2023, informó que vendía un promedio de 400 plantas a la semana. Dado que la demanda de suculentas y cactus supera con creces la capacidad de producción de Omaira, de 500 plantas al mes, ha establecido relaciones comerciales con productores de Nayón, un pequeño centro agrícola en las afueras de Quito. Omaira les compra unas 3.000 plantas al mes, contribuyendo a la economía familiar de estos productores.
Éxito personal
Omaira se siente muy agradecida de haber tenido la oportunidad de participar en el proyecto. El apoyo que recibió a través de consultores y las ferias en las que participó fueron excelentes oportunidades para mejorar su negocio y mejorar su mentalidad. Se enteró de la buena práctica de ahorrar fondos para tiempos difíciles y de separar las finanzas personales de las finanzas comerciales. Cuenta con mucho orgullo cómo aprendió a hacer las cosas bien, desde el principio, ya no rendirse sino a seguir adelante con ilusión.
“La esperanza viene porque es medible, porque puedo comprar ropa para mi hija. La esperanza viene porque ahora puedo decirle a mi hija que puede lograr lo que se proponga”.
Pasó de sentir desesperación y desesperanza a sentirse como una mujer empoderada. Hubo un tiempo en que no vio posibilidades ni soluciones y se sintió respetada. Ahora, ella cree que siempre hay una oportunidad de llegar a alguna parte, de ir más allá de donde una persona se encuentra a sí misma. Su mensaje para los demás es que no se rindan, que busquen ayuda y orientación, y que cumplan con sus compromisos.
“La formación y la educación es lo que te permite sostenerte”
Acerca de esta historia
Los venezolanos se han visto obligados a emigrar debido a las terribles condiciones políticas y económicas, y muchos necesitan ayuda para establecer un nuevo sustento en su país de acogida. USAID apoya el Proyecto de Inclusión Económica del Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito (WOCCU). El proyecto mejora las oportunidades económicas de venezolanos y ecuatorianos a través de actividades que apoyan la inserción laboral, fortalecen microempresas y facilitan el acceso a servicios financieros.
USAID ha apoyado a más de 40.000 venezolanos y ecuatorianos en sus esfuerzos por lanzar y expandir sus negocios.
Fotos por el Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito Ecuador
Narrativa por USAID/Ecuador
Etiqueta geográfica/Ubicación: Quito, Ecuador