El combate a la corrupción es una de las prioridades de política nacional más importantes para México y una parte fundamental en la relación bilateral entre México y los Estados Unidos. La corrupción tiene un impacto negativo en la seguridad y prosperidad compartida por ambos países. Impide el crecimiento económico, amplifica la desigualdad y debilita el estado de derecho; permitiendo que el crimen organizado transnacional crezca, desalentando la inversión extranjera. La corrupción surge de incentivos institucionales sistémicos, endebles mecanismos de vigilancia y normas culturales que requieren de instituciones sólidas e independientes, mayor participación ciudadana y un gobierno que rinda cuentas.